La
actuación de las tropas de la Unión Soviética en
la derrota de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial es uno
de los momentos más gloriosos de esa nación.
Sin embargo, 70 años después, la revisión de esos días finales de la guerra saca a relucir un ángulo oscuro de esa historia: las violaciones masivas de mujeres alemanas a manos de soldados soviéticos.
El diario que narra el horror
Vladimir Gelfand era un joven teniente judío, proveniente de la región central de Ucrania, quien escribió con una franqueza brutal todos los pormenores de las atrocidades de la guerra desde 1941. A pesar de que el ejército había prohibido llevar diarios, por considerarlos un riesgo para la seguridad.
El manuscrito ha sido ampliamente publicado y pinta la situación caótica de la vida en su batallón, caracterizada por raciones miserables de comida, piojos, antisemitismo y robos (donde se robaban hasta las botas a sus compañeros).
En febrero de 1945, Gelfand estaba destacado cerca de la represa del río Oder, donde el ejército se preparaba para el golpe final sobre Berlín. Ahí cuenta cómo sus camaradas rodeaban y aniquilaban batallones de mujeres alemanas combatientes.
"Las gatas alemanas que capturábamos decían que estaban vengando a sus maridos muertos", escribe el teniente. "Debemos destruirlas sin misericordia. Nuestros soldados sugieren apuñalarlas en sus genitales, pero yo solo las ejecutaría".
La hora de la venganza
Cuando el Ejército Rojo inició su marcha hacia Alemania, llamada por la prensa soviética como "la guarida de la bestia", se publican posters alentando a los soldados a mostrar su rabia: "Soldado: ahora estás en tierra alemana. Llegó la hora de la venganza".
El historiador Antony Beevor cuenta que mientras realizaba su investigación para desarrollar el libro "La caída", en 2002, encontró documentos de violencia sexual en los archivos de la Federación Rusa. Habían sido recabados por la policía secreta y enviados a su jefe, Lavrentiy Beria, a finales de 1944.
"Estos fueron presentados a Stalin. Ahí están los reportes de violaciones masivas en Prusia Oriental, y de cómo las alemanas preferían matar a sus hijas y a ellas mismas para evitar ese destino", señala Beevor.
Adaptarse para sobrevivir
Otra fuente de información es el diario de la novia de un soldado alemán, donde se lee que las mujeres se adaptaban a terribles circunstancias con tal de sobrevivir.
Empezando el 20 de abril de 1945, diez días antes de que Adolfo Hitler se suicidara, la autora anónima describe las escenas de sus vecinos durante los bombardeos a Berlín.
Los berlineses tuvieron roces con los soldados que los liberaron de los nazis.
La mujer cuenta que las personas corrían hacia el refugio que había en su edificio y menciona a un "joven de pantalones grises y lentes, que al mirarlo más de cerca resultó ser una mujer".
También describe a tres hermanas ancianas que permanecían abrazadas todo el tiempo y que solían bromear diciendo: "Mejor un Russky (ruso) encima, que en un Yank (yanqui) en la cabeza". En otras palabras, que era preferible una violación a ser pulverizadas por los bombardeos estadounidenses.
Cuando los soviéticos llegaron, las mujeres la pidieron a la diarista que usara su conocimiento del ruso para hablar con el oficial al cargo, así que ella salió del refugio y habló con él, pero éste solo se encogió de hombros. "Pasó lo que iba pasar de todas formas", escribió luego.
Los soldados aprovecharon que los vecinos se mantuvieron encerrados en el refugio para violarla brutalmente y casi estrangularla. Cuando los vecinos salieron, la encontraron con sus medias caídas hasta los zapatos. En la mano todavía tenía uno de los tirantes de su sostén.
Ella comenzó a gritarles: "¡Cerdos, dejaron que me violaran dos veces seguidas y me dejaron ahí tirada como si fuera basura!", se lee en el diario.
Luego comprendió que para mantenerse a salvo de las violaciones masivas tenía que encontrar un "lobo" que la protegiera. Comenzó una relación menos violenta y más transaccional con un oficial de Leningrado.
"De ninguna manera puedo decir que me violara. ¿Lo hago por tabaco, azúcar, mantequilla, velas y carne en lata? Hasta cierto punto estoy segura. Además, mientras menos quiere de mí, más me gusta como persona", escribió.
El diario fue publicado en 1959 con el título "Una mujer de Berlín", pero generó fuertes protestas del público por considerar que el libro dañaba la reputación de las mujeres alemanas.
Nunca se sabrá el número de víctimas
Solo entre junio de 1945 a 1946 hubo 995 peticiones de abortos en uno de los distritos de Berlín. Los archivos tienen reportes escritos a mano con escritura infantil, denunciando violaciones en la sala de sus casas frente a sus padres.
Pero probablemente nunca se sepa una cifra definitiva de víctimas. Fuentes de información de los tribunales militares permanecen clasificadas.
El congreso ruso aprobó una ley en la que cualquiera que denigre de la actuación de Rusia durante la Segunda Guerra Mundial enfrentará multas y hasta cinco años de prisión.
Vitaly Gelfand, hijo del diarista Vladimir, no niega que muchos soldados soviéticos mostraron valor y sacrificio durante la guerra, pero esa no es toda la historia.
"Si las personas no quieren conocer la verdad, se engañan ellos mismos. El mundo lo entiende, Rusia lo entiende y las personas que hacen esas leyes para difamar el pasado también lo entienden. No podemos avanzar hasta que no miremos atrás", concluye Vitaly.
Sin embargo, 70 años después, la revisión de esos días finales de la guerra saca a relucir un ángulo oscuro de esa historia: las violaciones masivas de mujeres alemanas a manos de soldados soviéticos.
El diario que narra el horror
Vladimir Gelfand era un joven teniente judío, proveniente de la región central de Ucrania, quien escribió con una franqueza brutal todos los pormenores de las atrocidades de la guerra desde 1941. A pesar de que el ejército había prohibido llevar diarios, por considerarlos un riesgo para la seguridad.
El manuscrito ha sido ampliamente publicado y pinta la situación caótica de la vida en su batallón, caracterizada por raciones miserables de comida, piojos, antisemitismo y robos (donde se robaban hasta las botas a sus compañeros).
En febrero de 1945, Gelfand estaba destacado cerca de la represa del río Oder, donde el ejército se preparaba para el golpe final sobre Berlín. Ahí cuenta cómo sus camaradas rodeaban y aniquilaban batallones de mujeres alemanas combatientes.
"Las gatas alemanas que capturábamos decían que estaban vengando a sus maridos muertos", escribe el teniente. "Debemos destruirlas sin misericordia. Nuestros soldados sugieren apuñalarlas en sus genitales, pero yo solo las ejecutaría".
La hora de la venganza
Cuando el Ejército Rojo inició su marcha hacia Alemania, llamada por la prensa soviética como "la guarida de la bestia", se publican posters alentando a los soldados a mostrar su rabia: "Soldado: ahora estás en tierra alemana. Llegó la hora de la venganza".
El historiador Antony Beevor cuenta que mientras realizaba su investigación para desarrollar el libro "La caída", en 2002, encontró documentos de violencia sexual en los archivos de la Federación Rusa. Habían sido recabados por la policía secreta y enviados a su jefe, Lavrentiy Beria, a finales de 1944.
"Estos fueron presentados a Stalin. Ahí están los reportes de violaciones masivas en Prusia Oriental, y de cómo las alemanas preferían matar a sus hijas y a ellas mismas para evitar ese destino", señala Beevor.
Adaptarse para sobrevivir
Otra fuente de información es el diario de la novia de un soldado alemán, donde se lee que las mujeres se adaptaban a terribles circunstancias con tal de sobrevivir.
Empezando el 20 de abril de 1945, diez días antes de que Adolfo Hitler se suicidara, la autora anónima describe las escenas de sus vecinos durante los bombardeos a Berlín.
Los berlineses tuvieron roces con los soldados que los liberaron de los nazis.
La mujer cuenta que las personas corrían hacia el refugio que había en su edificio y menciona a un "joven de pantalones grises y lentes, que al mirarlo más de cerca resultó ser una mujer".
También describe a tres hermanas ancianas que permanecían abrazadas todo el tiempo y que solían bromear diciendo: "Mejor un Russky (ruso) encima, que en un Yank (yanqui) en la cabeza". En otras palabras, que era preferible una violación a ser pulverizadas por los bombardeos estadounidenses.
Cuando los soviéticos llegaron, las mujeres la pidieron a la diarista que usara su conocimiento del ruso para hablar con el oficial al cargo, así que ella salió del refugio y habló con él, pero éste solo se encogió de hombros. "Pasó lo que iba pasar de todas formas", escribió luego.
Los soldados aprovecharon que los vecinos se mantuvieron encerrados en el refugio para violarla brutalmente y casi estrangularla. Cuando los vecinos salieron, la encontraron con sus medias caídas hasta los zapatos. En la mano todavía tenía uno de los tirantes de su sostén.
Ella comenzó a gritarles: "¡Cerdos, dejaron que me violaran dos veces seguidas y me dejaron ahí tirada como si fuera basura!", se lee en el diario.
Luego comprendió que para mantenerse a salvo de las violaciones masivas tenía que encontrar un "lobo" que la protegiera. Comenzó una relación menos violenta y más transaccional con un oficial de Leningrado.
"De ninguna manera puedo decir que me violara. ¿Lo hago por tabaco, azúcar, mantequilla, velas y carne en lata? Hasta cierto punto estoy segura. Además, mientras menos quiere de mí, más me gusta como persona", escribió.
El diario fue publicado en 1959 con el título "Una mujer de Berlín", pero generó fuertes protestas del público por considerar que el libro dañaba la reputación de las mujeres alemanas.
Nunca se sabrá el número de víctimas
Solo entre junio de 1945 a 1946 hubo 995 peticiones de abortos en uno de los distritos de Berlín. Los archivos tienen reportes escritos a mano con escritura infantil, denunciando violaciones en la sala de sus casas frente a sus padres.
Pero probablemente nunca se sepa una cifra definitiva de víctimas. Fuentes de información de los tribunales militares permanecen clasificadas.
El congreso ruso aprobó una ley en la que cualquiera que denigre de la actuación de Rusia durante la Segunda Guerra Mundial enfrentará multas y hasta cinco años de prisión.
Vitaly Gelfand, hijo del diarista Vladimir, no niega que muchos soldados soviéticos mostraron valor y sacrificio durante la guerra, pero esa no es toda la historia.
"Si las personas no quieren conocer la verdad, se engañan ellos mismos. El mundo lo entiende, Rusia lo entiende y las personas que hacen esas leyes para difamar el pasado también lo entienden. No podemos avanzar hasta que no miremos atrás", concluye Vitaly.