La Standard
Oil,
principal productora de petróleo de EE.UU. en esa
época,
hizo negocios en secreto con la empresa química alemana I.G.
Farben, consistentes
en venderle petróleo y tetraetilo de plomo (para aumentar el
octanaje en combustible de aviación), ceder derechos de
patentes
y financiamiento para producir goma sintética y gasolina a
partir de carbón de hulla. Estos derechos de patentes le
fueron
negados a la US Navy, perjudicando su esfuerzo de guerra en el
Pacífico.
La
IG Farben por su parte, se encargaba de la producción usando
mano de obra esclava de campos de concentración, y actuar
como
pantalla para evitar problemas en la opinión
pública de
los dos países. Todo esto mientras los Rusos incendiaban sus
propios pozos de petróleo en el Cáucaso para que
los
nazis no pudieran usarlos, y los Aliados perdían cientos de
bombarderos en raids aéreos contra las refinerías
del Reich.
Los
nazis llamaban Mischling a
los alemanes de ascendencia mitad “Aria” y
Judía.
Discriminados por ser “impuros” o “medios
Arios”, durante la guerra eran mirados con cierto desprecio y
desconfianza. Lamentablemente, muchos oficiales SS y agentes de la
Gestapo eran Mischlings que trataban de lavar su imagen, actuando con
la máxima crueldad y desprecio por los prisioneros
“no-arios”.
Mischlings
famosos fueron Erhard Milch, mariscal de la Luftwaffe, y Emil Maurice,
que irónicamente fue uno de los fundadores de las SS.
La
empresa norteamericana ITT
Corporation era accionista
mayoritaria de la empresa aeronáutica Focke
Wulf Flugzeugbau, que produjo cazas de alta performance como
el FW-190 Würger. Además
era inversionista de la Standard
Elektrizitats-Gesellschaft (SEG) y Lorenz
AG, que producían sistemas de radar y
máquinas de cifrado de mensajes.
En
1967, la ITT recibió del gobierno de EE.UU. una
indemnización de $27M ($203M de 2018) por “compensación
por daños a sus fábricas en Alemania durante la
guerra”.
Henry
Ford era conocido por sus opiniones antisemitas. Hitler no ocultaba su
admiración por el empresario e incluso tenía un
retrato
del americano en su oficina. Tanto la Ford como la General Motors
cerraron negocios con la Alemania nazi desde los años
‘30,
instalando fábricas para producir el famoso camión Opel
Blitz, además de vender combustibles y otros
hidrocarburos, todo esto mientras fabricaban en EE.UU. el
también famoso Jeep y
otros vehículos para los Aliados.
Tanto
Ford como altos ejecutivos de su empresa se entrevistaron varias veces
con Hitler y jerarcas del régimen, y recibieron
condecoraciones
por su contribución a Alemania.
Los
Americanos tenían máximo interés en
proteger su
“patio trasero” de los Nazis, y el gobierno de
Roosevelt
presionó a toda la región a unirse a la guerra.
Brasil y
México participaron activamente enviando tropas. Argentina,
Chile y Uruguay mantuvieron su neutralidad casi hasta el final de la
guerra por influencia de las colonias locales. En algunos casos, los
Americanos llegaron a exponer naves de bandera sudamericana a ataques
de submarinos alemanes, buscando un pretexto para arrastrar a sus
gobiernos a la guerra.
Uno
de estos hechos fue el oscuro hundimiento
del vapor chileno MN Tolténen
el Atlántico Norte por un submarino alemán en
1942, al
confundirlo con un convoy enemigo. Dos días antes, el
capitán del MN
Toltén recibió
una extraña orden de la guardia costera Americana de apagar
sus
luces, contradiciendo las recomendaciones de navegar con sus luces
encendidas para indicar su condición de neutral.
El
Cono Sur de Sudamérica tenía importantes
minorías
de alemanes, y exportaba recursos claves para el esfuerzo
bélico
de los Aliados. Esto motivó a la Sicherheitsdienst y Abwehr a
organizar redes de espionaje en todo el continente. La llamada Operación
Bolívar consistió
en la transmisión de información de
tráfico
marítimo y actividades sospechosas, desde radios
clandestinas en
distintas ciudades sudamericanas, además del
envío de
documentos a Europa a través de buques de bandera
española (en ese tiempo España estaba bajo una
dictadura
franquista pro-nazi). Las redes fueron finalmente desbaratadas por las
policías de Argentina y Chile entre 1942 y 1944.
Después
de la guerra, miles de Nazis huyeron a Sudamérica con
identidad
falsa y diversos finales, incluyendo algunos de los fugitivos
más buscados, como Adolf
Eichmann, Klaus
Barbie, Joseph
Mengele o Walther
Rauff