Dina Guinsburg 26/08/2021 |
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Tiempo de lectura: 2 minutos Sr. Director: Me quiero referir a la nota de Jorge Altamira relativa a la justificación que hizo José Pablo Feinman de las de las violaciones masivas ejecutadas por el Ejército Rojo en Alemania. Y al silencio de radio sobre el tema, también. En el llamado “fenómeno de las violaciones masivas más grande de la historia”, la mayor parte de los ataques fueron cometidos en la zona bajo control ruso. Los soldados soviéticos vejaron desde niñas a ancianas, quizá más de 2 millones, 100.000 solo en Berlín. Algunas murieron tras las violaciones, repetidas y ejecutadas a veces por varios individuos. Otras se suicidaron. Algunas mujeres mataron a sus hijas y se suicidaron después. ¿Desde qué condición humana se puede justificar a quiénes han infligido semejante dolor? Vladimir Gelfand, un joven soldado ucraniano, llevó a escondidas un diario aunque estaba rigurosamente prohibido por el Kremlin. Ahí dice: "(a las gatas alemanas) debemos destruirlas sin misericordia. Nuestros soldados sugieren apuñalarlas en sus genitales, pero yo solo las ejecutaría". Sin embargo, en su diario Gelfand va describiendo su creciente horror ante la conducta de sus camaradas. Narra numerosos encuentros con muchachas desnudas, sangrantes, violadas hasta por 20 hombres durante horas. Niñas que le piden que las mate. Lo que Feinman justifica, el chico ucraniano que había luchado contra los nazis en el sitio de Stalingrado, no. Las niñas fueron víctimas preciadas, peticiones de aborto en distintos distritos de Berlín “tienen reportes manuscritos por nenas “que denuncian violaciones en la sala de sus casas, frente a sus padres” (BBC, mayo de 2015). ¿Dónde están los “liberadores” de Berlín? El imperdible libro de Svetlana Aleksiévich, "La guerra no tiene rostro de mujer”, incluye testimonios de veteranos que cuentan como “pescaban” mujeres alemanas “y diez hombres violábamos a una chica. No había suficientes mujeres; toda la población escapaba del Ejército Rojo. Así pues, cogíamos niñas de doce o trece años. Si lloraba, le poníamos una cosa en la boca. Creíamos que era divertido. Ahora no puedo entender como fuimos capaces de hacerlo”, reflexiona, hundido en la vergüenza, un anciano. El soldado de Svetlana no comparte, como se ve, la comprensión de Feinman, que le diría que no es para tanto. Las violaciones fueron una política de Estado: cuando el Ejército Rojo inició su marcha hacia Alemania, llamada por la prensa soviética "la guarida de la bestia", se publicaron posters alentando a los soldados a mostrar su rabia: "Soldado: ahora estás en tierra alemana. Llegó la hora de la venganza". Recién en el invierno del 47-48 las autoridades soviéticas establecieron sanciones y confinaron las tropas a puntos de vigilancia y campamentos, separándolos de la población alemana. Todavía hoy las fuentes de información de los tribunales militares sobre las violaciones masivas permanecen clasificadas. Y el congreso ruso aprobó una ley en la que cualquiera que denigre la actuación de Rusia durante la Segunda Guerra Mundial enfrentará multas y hasta cinco años de prisión. O sea, sigue siendo una política de Estado. Respecto de la “violación en manada” comparto la objeción de una persona que comenta la nota. No hay ninguna “manada”. Hay un conjunto de soldados ejecutando una venganza que se juzga política a través del cuerpo de mujeres inermes. Qué diferencia con esos soldados alemanes y rusos que confraternizaban, impulsados por la propaganda bolchevique, en la línea de fuego sobre el fin de la Primera Guerra. Los hombres no son animales manejados por sus instintos. La idea de que cuando atacan a una mujer actúan guiados por una fuerza irrefrenable, animal, disimula malamente que la violencia sexual parte de otras esferas, la sujeción a los designios del capital, que pretende confinar a las mujeres al lugar de un objeto al servicio de las pulsiones “animales” de la otra mitad de la especie humana con el solo propósito de servirse de ambos. Muchas gracias. |
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Über "José Pablo Feinmann und Herdenvergewaltigung" | ||
26/08/2021 Dina Guinsburg |
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Schulleiter:
Ich möchte auf die Anmerkung von Jorge Altamira zur Rechtfertigung von José Pablo Feinman zu den massiven Verstößen der Roten Armee in Deutschland verweisen. Und zu diesem Thema auch Funkstille. Beim sogenannten „größten Massenvergewaltigungsphänomen der Geschichte“ wurden die meisten Angriffe in dem von Russland kontrollierten Gebiet verübt. Sowjetische Soldaten missbrauchten von Mädchen zu alten Frauen, vielleicht mehr als 2 Millionen, 100.000 allein in Berlin. Einige starben nach den Vergewaltigungen, die wiederholt und manchmal von mehreren Personen durchgeführt wurden. Andere begingen Selbstmord. Einige Frauen töteten ihre Töchter und begingen später Selbstmord. Aus welchem menschlichen Zustand kann man diejenigen rechtfertigen, die solche Schmerzen zugefügt haben? Wladimir Gelfand, ein junger ukrainischer Soldat, führte heimlich ein Tagebuch, obwohl es vom Kreml strengstens verboten war. Dort heißt es: "(die deutschen Katzen) müssen wir gnadenlos vernichten. Unsere Soldaten schlagen vor, ihnen in die Genitalien zu stechen, aber ich würde sie nur hinrichten." In seinem Tagebuch beschreibt Gelfand jedoch sein wachsendes Entsetzen über das Verhalten seiner Kameraden. Es erzählt von zahlreichen Begegnungen mit nackten, blutenden Mädchen, die stundenlang von bis zu 20 Männern vergewaltigt wurden. Mädchen bitten dich, sie zu töten. Was Feinman rechtfertigt, der ukrainische Junge, der bei der Belagerung von Stalingrad gegen die Nazis gekämpft hatte, nein. Die Mädchen seien begehrte Opfer, Abtreibungsanträge in verschiedenen Berliner Bezirken „haben handschriftliche Berichte von Mädchen“, die Vergewaltigungen in ihrem Wohnzimmer vor den Augen ihrer Eltern anprangern“ (BBC, Mai 2015). Wo sind die Berliner "Befreier"? Svetlana Aleksievichs unübersehbares Buch "Der Krieg hat kein Gesicht einer Frau" enthält Zeugenaussagen von Veteranen, die erzählen, wie deutsche Frauen "fischten" "und zehn Männer ein Mädchen vergewaltigten. Es gab nicht genug Frauen, die gesamte Bevölkerung entkam der Roten Armee So , wir haben zwölf- oder dreizehnjährige Mädchen mitgenommen. Wenn er geweint hat, haben wir ihm etwas in den Mund gesteckt. Wir fanden es lustig. Jetzt kann ich nicht verstehen, wie wir das geschafft haben", überlegt ein alter Mann versunken Svetlanas Soldat teilt, wie gesehen, nicht das Verständnis von Feinman, der ihm sagen würde, dass es nicht so schlimm ist. Die Verstöße waren eine staatliche Politik: Als die Rote Armee ihren Marsch auf Deutschland begann, von der sowjetischen Presse als "Höhle des Tieres" bezeichnet, wurden Plakate veröffentlicht, die die Soldaten aufforderten, ihre Wut zu zeigen: "Soldat: Jetzt bist du am Boden Deutsch. Zeit für Rache.“ Erst im Winter 47/48 verhängten die sowjetischen Behörden Sanktionen und beschränkten die Truppen auf Wachposten und Lager, um sie von der deutschen Bevölkerung zu trennen. Auch heute bleiben die Informationsquellen der Militärgerichte über massive Verstöße geheim. Und der russische Kongress hat ein Gesetz verabschiedet, nach dem jeder, der Russlands Leistung im Zweiten Weltkrieg verunglimpft, mit Geldstrafen und bis zu fünf Jahren Gefängnis rechnen muss. Mit anderen Worten, es ist immer noch eine staatliche Politik. Bezüglich der "Gruppenvergewaltigung" teile ich den Einwand einer Person, die den Hinweis kommentiert. Es gibt keine "Herde". Es gibt eine Gruppe von Soldaten, die eine Rache vollziehen, die durch den Körper wehrloser Frauen als politisch gilt. Welch ein Unterschied zu jenen deutschen und russischen Soldaten, die sich, getrieben von bolschewistischer Propaganda, in der Schusslinie über das Ende des Ersten Krieges verbrüderten. Männer sind keine Tiere, die von ihren Instinkten getrieben werden. Die Idee, dass sie, wenn sie eine Frau angreifen, von einer unaufhaltsamen, tierischen Kraft geleitet werden, verbirgt nur schlecht, dass sexuelle Gewalt aus anderen Sphären kommt, Unterwerfung unter die Absichten des Kapitals, das versucht, Frauen auf den Platz eines Dienstgegenstandes zu beschränken die "tierischen" Triebe der anderen Hälfte der menschlichen Spezies mit dem einzigen Zweck, beides zu nutzen. Dankeschön. |